Carta enviada por una funcionaria del estado al programa "El Público" de Jesús Vigorra

05.03.2011 17:35

Estimado señor Vigorra:

Me llamo Cristina. La semana pasada, y a cuenta de las imágenes que aparecieron en varios telediarios sobre algunas actitudes de funcionarios a la entrada de su trabajo, hablaba yo con mi hijo a través de Internet, (ya que se encuentra en Lisboa estudiando con una beca Erasmus), de una serie de cuestiones sobre este tema. Y me animaba a expresar lo que pienso en algún blog, o en twiter, o, como él dijo: “en el programa ese que escuchas por las tardes y te gusta tanto, ese de este hombre que también ves los domingos y que habla de libros… Jesús Vigorra”.

Y en eso estoy.

Soy una defensora a ultranza de los servicios públicos. Tal vez porque siempre me he beneficiado de estos. Me explico: yo nací en el año 1962, mi padre era electricista y mi madre “ama de casa” (como se decía entonces). Siempre estudié en escuelas públicas, y tuve la ocasión de hacer una carrera en la universidad de Granada gracias a la política de becas que entonces empezábamos a disfrutar. Mis hijos han estudiado también en escuelas públicas, y he conocido a muchos de sus profesores, la gran mayoría profesionales excelentes. Voy al médico de la seguridad social, no tengo ninguna compañía privada de salud, y todas las experiencias importantes de mi vida relacionadas con ese tema (mis partos, operaciones, la enfermedad y muerte de mi padre a consecuencia de un cáncer de pulmón) se caracterizan precisamente por un servicio impecable.

Aparte de ser usuaria de los servicios públicos, estudié y aprobé una oposición al cuerpo administrativo de la Seguridad Social del Estado, y soy funcionaria desde el año 1991, actualmente en la dirección provincial del INSS de Granada

Y usted me dirá, vale, ¿pero qué quiere decirme esta buena señora? Vamos a ello: cuando veo que nos meten a todos los funcionarios en el mismo saco me pongo verde de rabia, y yo tengo una edad en la que la bilis no hace ningún bien. Pertenezco a un colectivo que tiene una nómina fija, pero que aguanta todos los días la mayor de las desmotivaciones: el desprecio generalizado a mi trabajo basado en un desconocimiento absoluto.

Quiero dirigirme a usted para decir que claro que hay funcionarios que no cumplen con su trabajo (y el resto de sus compañeros sufren más que nadie esa situación, ya que son ellos los que hacen el doble), como también conozco a gente que cobra la prestación por desempleo y trabaja (incluso a propuesta de sus empresarios), o compra las jornadas agrarias (“las peonás”) para cobrar el famoso subsidio agrario y no se me ocurre decir que todos los desempleados son unos estafadores. Hay muchas, muchísimas personas que lo están pasando realmente mal a cuenta de esta crisis y merecen mi respeto y mi esfuerzo.

Creo que necesitamos dejar de caer en el mecanismo fácil de las generalidades: todos los funcionarios somos unos flojos, los andaluces unos pícaros que no pagamos a Hacienda, los trabajadores del campo unos aprovechados que viven del subsidio agrario, y ya puestos, los albañiles unos chapuzas.

Como intento decir, soy una defensora de todos los servicios públicos por partida doble, como beneficiaria y como trabajadora. Hay mecanismos para mejorar y tirar para adelante, y con la que está cayendo no vale sólo la queja o la denuncia gratuita. O tiramos todos o no anda el carro.

Tenemos que actuar y poner en marcha todos los recursos que estén a nuestro alcance para mejorar lo que nos rodea,  se llamen servicios públicos o privados. Por ejemplo, usando el libro de reclamaciones, tanto en la administración, como en un banco (donde hacemos colas kilométricas para que nos den nuestro dinero), o en el supermercado de la esquina.

Como decía mi hijo: “utiliza las palabras, mamá, como herramientas: habla con Vigorra”. Esta carta es una petición de ayuda. Présteme su voz, señor Vigorra, dígales a los oyentes que miren a su alrededor y vean personas: repito, en la ventanilla de correos, del banco o en la caja del supermercado. Si hablamos de personas a lo mejor es más fácil hacer un breve ejercicio de memoria y ponerles nombre a todos esos funcionarios que están presentes en la vida cotidiana. Seguro que encontramos “güena gente”.

 

Muchas gracias por su atención y un saludo desde Las Gabias (Granada)

Fdo: Cristina Garrido Moraleda