Día de Reyes: pensando en el futuro, nuestros niños/as

05.01.2011 18:48

NIÑO SIN JUGUETES

Los Reyes Magos de entonces

no pasaban por mi puerta

porque estaba en un suburbio

al borde de una ladera.

Camino de una Atalaya

y de una Fuente con Piedras

con también Santa María

que estaba bastante cerca

exornada por las cumbres

que se llaman de Carteya.

Y como los tres camellos

con sus tres Reyes a cuestas

eran algo señoritos,

no se acordaban siquiera

de un chaval que suspiraba

con las alpargatas puestas

en un desván que tenía

por luz, todas las estrellas.

Mi imaginación de niño

no aclaraba la quimera

del porqué los tres camellos

no pasaban por mi puerta

y dejaban para mí

un caballo de madera

que año tras año pedía

emborronando las letras

con lágrimas que en los niños

son por los “Reyes” muy serias.

Era un niño sin juguetes

pero me hice la apuesta

que, si no fue mi caballo

de cartón ni de madera,

tenía que ser de verdad

¡…y lo fue con esa fuerza

que le da a un niño la vida

cuando nace en la pobreza!

MANUEL RUIZ MADUEÑO

 

 

Tras la poesía para niños y grandes, me gustaría compartir algunas reflexiones surgidas de mi  tiempo de Concejal,  acerca de las áreas de juego infantiles. Ahí va eso:

Hay datos contrastados sobre accidentes GRAVES, producidos en las áreas de juego, que nos dicen que la mayoría se deben al pavimento o suelo, y no al propio elemento de juego. Al respecto dice el Decreto 127/2001 de 5 de junio, que regula en Andalucía las medidas de seguridad en los parques infantiles,  que la superficie sobre la que puedan caer los menores en el uso de los elementos de juego será de materiales blandos, que permitan la adecuada absorción de impactos y amortigüen los golpes. Existen diversos materiales que se emplean para este menester, y cada cual tiene sus ventajas e inconvenientes, y la  conveniencia de poner uno u otro depende de varios factores.

Una ciudad con una buena política de áreas de juego, tendría un variado surtido de suelos, según el lugar donde se pone el área. Pienso en la Ciudad de los niños de Córdoba, donde hay de todo porque, si se ubica en el sitio idóneo y se les hace el mantenimiento adecuado, ninguno es mejor que el otro.  Sobre esto hay una gran desinformación y se tiende a creer erróneamente que los suelos sintéticos, tipo caucho, son los más seguros. Y nunca es bueno generalizar.

De entrada, debiéramos optar en esto, cómo en todo, por la sostenibilidad, y saber que para generar los menores residuos posibles se debe elegir los materiales naturales y biodegradables, que además nos darán menos problemas a nivel de salud, por ejemplo con el tema de las alergias.

Esto lo planteé a un grupo de niños, durante un encuentro que tuvieron, allá por junio del 2009, con el Concejal de Servicios Municipales, y me sorprendió como alguno me comentó que ya no veía el caucho tan bien como antes, que tenía sus inconvenientes, los papás siguieron pensando que cuidar el medio ambiente es sinónimo de asepsia  y material sintético, es decir, que sus nenes se ensucien lo menos posible.

Pero es que sin entrar en esas consideraciones, hay un estudio hecho por el Departamento del Suelo de la Escuela Politécnica de Cáceres, coincidente con la opinión de muchos profesionales del ramo, que analiza los suelos más convencionales desde el albero hasta el caucho en baldosas, pasando por  el césped, que tampoco pone al caucho como la panacea de las áreas de juego.  

El estudio se centra en la seguridad del suelo, en la capacidad de absorción de impactos que dice la norma han de tener los suelos. Y  ahí sale con el mejor resultado el denominado “Garbancillo”, que es un árido del río con granulometría muy discontinua, para evitar compactación, con granos entre 8 y 15 mm. Estos granos ruedan entre sí, disipando energía con facilidad, de manera que uno se hunde solo con andar sobre él. Es limpio, precisa un mantenimiento dentro de un orden, al ser granos gruesos no se arrastran con facilidad y son bastante autonivelantes, y es más caro que la arena. La arena necesita un mayor mantenimiento y se compacta con más facilidad, pero con un buen mantenimiento también ofrece una gran seguridad, y está la grava de rio de granos de 10 a 30 mm máximo en el que existe el inconveniente de que hay que controlar el tamaño de los áridos, pues si alcanza el grosor de piedras puede derivar en vandalismo en las proximidades y dar problemas de mantenimiento.

El caucho, que ofrece a primera vista una menor necesidad de mantenimiento, que es fácil de montar, y con una estética muy del agrado actual, presenta algunos inconvenientes: su poco grado de absorción, precio elevado, y en los accidentes por caída puede producir abrasiones como esguinces de articulaciones por enclavamiento, además este material suele perder elasticidad con el paso del tiempo por las inclemencias atmosférica y la saturación de huecos.

Me parece que se ha de tener en cuenta en determinados parques, como pueda ser nuestro Paseo, la improcedencia de instalar caucho, porque perjudicaría enormemente a las raíces de los árboles, ya que habría que hormigonar una zona  y no los dejaría desarrollarse.

Es por eso, que en ese tipo de parques (con solera, diría yo), siempre encontraremos arena o sobre todo garbancillo, como he visto recientemente en los Jardines de la Agricultura de Córdoba o en el Retiro de Madrid, lugares en los que no se les ocurrirá a nadie colocar caucho por estética, pero que es que por seguridad de nuestros niños tampoco son nada recomendables.

Se admiten reflexiones