Dios y el Cesar

12.02.2011 18:32

Durante mi paso por la política, uno de los aspectos que más me preocupó fue el de casar, de forma coherente, la ética con la estética. Y, créanme que no es fácil la tarea, pongo por ejemplo el comportamiento de un concejal ante actos de tipo religioso.

Veréis, en mi grupo político, Izquierda Unida, se tiene claro la separación de la Iglesia y el Estado, como señala nuestra Constitución, y por supuesto, para la confección de nuestras listas no se tiene en cuenta, como es de suponer pasa en todas las demás formaciones políticas, la condición religiosa, porque esto es algo que pertenece al ámbito de lo privado. En IU hay creyentes practicantes y no practicantes, ateos y agnósticos, como sucederá en el resto de grupos. Nuestra Asamblea da total libertad para que, a la hora de acudir a un acto de tipo religioso, se actúe con independencia, cada cual de acuerdo a sus convicciones.

A pesar de tener claro la necesidad de resaltar el carácter laico del Ayuntamiento, una vez en el ajo, a veces es difícil tomar decisiones, porque los miembros de una confesión no son menos que los miembros de otro tipo de asociación. Y si te invitan a determinados actos, tú debes reaccionar de igual forma que con la invitación de otras asociaciones. Además, están todas esas manifestaciones que están a caballo entre lo religioso, lo cultural, lo antropológico, lo tradicional, que suele suceder con muchas manifestaciones cofrades por ejemplo.

 Así, en principio, yo tomé la decisión de que, como concejal, no asistiría a ningún acto estrictamente religioso, en el que tuviera que realizar lo que llamo, no sé si bien llamado, profesión de fe, como pueda ser un acto litúrgico, una misa, el portar una vela en señal de adoración,etc.

No obstante, considero que puede y debe haber excepciones, por la significación del acto en sí, por su trascendencia. En éste sentido asistí, en mi condición de concejal, a algunos y no fui a  otros considerados de especial trascendencia.

 Estando en oposición asistí a la reinauguración de Los Remedios tras su restauración, y lo hice porque me pareció que era una recuperación patrimonial importante y porque había detrás mucho trabajo y esfuerzo del pueblo. Para mí era un acto de especial significación. Ya en el gobierno, fui dos veces en la procesión de la Bajá, porque me parece que es un acto que abre nuestra feria, de muy especial significación, y que pertenece más al ámbito de la tradición, lo folklórico, y antropológico. Hay, sin embargo, un matiz en el ceremonial en torno a la Virgen con el que discrepo, pero por discreción y porque entiendo no me corresponde a mi romper ese matiz, lo respeto. Por supuesto, habrán adivinado que me refiero a la entrega a la Patrona de la vara de mando de la ciudad.

El primer año que viví de concejal la Fiesta Mayor, participé en la procesión del día 8, y al terminar, tuve claro que no volvería a ir, porque el porte de la vela implica, a mi entender, participar en un rito religioso,  en el que considero no debo comulgar COMO CONCEJAL (que lo he hecho varias veces como ciudadana normal, pues ya confesé en mi anterior nota mi afición a las velas). También he asistido a algún pregón de Semana Santa porque no lo considero un acto estrictamente religioso. Y no asistí, a pesar de su especial significación y trascendencia, a la celebración del centenario como Patrona de la Virgen de la Sierra, simplemente, y yo se lo he explicado a quién creo le pueda deber explicación, a la Archicofradía, porque se celebró conjuntamente con el cincuentenario de nombramiento de Alcaldesa Perpetua, un acto, a mi juicio, sin sentido al día de hoy, dado el contexto político y social en el que se hizo dicho nombramiento.

Hoy, ni desde el punto de vista constitucional, ni del religioso, es admisible tal concepto, pues la Biblia nos dice claramente que al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios, mezclar un título político con una imagen religiosa no me parece ni acertado ni conveniente. Como no nos  pareció a IU admisible hacer un acto institucional en torno a una imagen religiosa. A nuestro modo de ver, colaborar con los actos de la Archicofradía sí era de recibo, pero el acto institucional estaba de más, máxime si sirve de ratificación a un nombramiento de hace 50 años, que actualmente carece de significación. Esta discrepancia IU-PSOE se llevó con la mayor discreción puesto que no afectaba para nada al Pacto suscrito y nuestras relaciones continuaron siendo excelentes. Se trató de una discrepancia ideológica, que entiendo es normal y hasta bueno que exista, pues por algo militamos unos y otros en uno u otro lugar, porque pese a nuestro buen entendimiento en asuntos generales, siempre hubo y habrá matices. Cosas de política.