No puedo ocultar que mi ánimo está prácticamente reptando por el suelo después de conocer los resultados del pasado domingo en los comicios locales. No puedo esconder mi pesadumbre por el mínimo apoyo que tanto la coalición política a la que represento como yo mismo hemos obtenido de los egabrenses. Ante estos resultados, y a expensas de realizar un análisis más frío y sosegado, cabe preguntarse cuál ha sido el motivo para que se produjese una debacle tan importante.
En primer lugar, debo felicitar al candidato del Partido Popular por el enorme éxito obtenido, así como al resto de candidatos que han concurrido a estas elecciones, pues todos lo han hecho con el único propósito de mejorar nuestro pueblo. Analizar unos resultados no es tarea fácil, ya que son múltiples los factores que pueden haber incidido en los mismos y cada voluntarioso analista lo hará desde su mejor voluntad pero con el lógico tamiz de su subjetividad e incluso de sus inclinaciones políticas o personales previas a las elecciones. En mi caso, quizá escriba más desde el horizonte de mis sentimientos que del raciocinio de mi mente, pero es lo que procede dado el escaso tiempo pasado tras la apertura de las urnas.
Es posible que yo tenga bastante culpa de los resultados obtenidos por Izquierda Unida en Cabra, pues los ciudadanos pueden estar cansados de verme una campaña electoral tras otra desde hace veinticuatro años, pero no creo, sinceramente, que este hecho haya sido muy determinante. Podemos sospechar, por otro lado, que el haber realizado un pacto con el PSOE al principio de este mandato corporativo haya supuesto una fagocitación de Izquierda Unida por parte de este partido y se nos haya castigado por perder parte de nuestra independencia como consecuencia del acuerdo realizado (esto lo veo bastante factible). Cabe también suponer que parte de los egabrenses de izquierdas tuvieran la esperanza que Izquierda Unida podía llevar a cabo una pseudo-revolución en nuestro ayuntamiento y sus esperanzas se hayan quedado frustradas (en el caso de algunos ciudadanos puede ser cierto este argumento). Otro factor a tener en cuenta podría ser que no se hubiese llevado a cabo una buena gestión municipal. Teóricamente este aspecto debería ser determinante, pero aun reconociendo que se han cometido errores, en la mayoría de las áreas de trabajo del ayuntamiento se ha mejorado muy notablemente. Por último y creo que ha sido el aspecto más decisivo, muchísimos egabrenses lo están pasando muy mal, la crisis les ha afectado de manera inmisericorde y a duras penas pueden ir esquivando el desastre económico que ha cercenado su presente. Ante esta lamentable circunstancia, muchos se han agarrado a un clavo ardiendo y han visto en el Partido Popular al redentor de sus desdichas, haciendo una traslación del sentimiento generalizado en toda España en contra de los actuales mandatarios al ámbito de lo más cercano, es decir, a su ayuntamiento. A ello hay que unir que el Partido Popular en Cabra ha sabido movilizar a muchos egabrenses, sobre todo gente joven, partiendo de la base de la indignación latente en nuestra sociedad.
El epígrafe que encabeza estas líneas es “la conciencia tranquila”, y esa sensación es la que predomina en mi ánimo. Tengo la total tranquilidad de haber trabajado por mi pueblo sin descanso, con una tremenda ilusión y dejándome en el empeño todo lo que he podido dar. He entregado todo mi tiempo y mi esfuerzo en conseguir llevar a cabo una buena gestión para mis conciudadanos, si no he hecho más es porque no he podido, no he sabido o me he visto imposibilitado por la crueldad de la crisis que nos afecta.
Ahora comienza una nueva etapa y, aunque tenía en principio mis dudas sobre seguir de Concejal o presentar mi dimisión, creo que lo que debo hacer es seguir mirando a la cara a la gente de mi pueblo y continuar esforzándome por conseguir que podamos vivir en una ciudad cada vez mejor y de la que se pueda desterrar el fantasma del paro, de la insolidaridad y de la injusticia.
Manuel Carnerero Alguacil
